Hoy
se invierte mucho dinero para investigar las causas profundas
y llegar a algún tratamiento más eficaz; sin
embargo los resultados aún son preliminares. La carrera
es contra el tiempo porque, en la medida en que la población
envejece, ésta enfermedad degenerativa del sistema
nervioso va en aumento.
Mientras más años de expectativa de vida, más
probabilidades de que el mal aparezca. De hecho, se da en
1 % de la población mayor de 55 años.
El
Parkinson es un desorden crónico y degenerativo del
área del cerebro que controla el sistema motor del
organismo. Por razones que aún no están del
todo claras, se van destruyendo las neuronas y los neurotransmisores
que controlan los movimientos del cuerpo.
Después
de años de estudio, existe un consenso. Hay una
cierta predisposición genética que se asocia
a factores ambientales. Por ejemplo, se ha visto que tienen
mayor riesgo las personas que trabajan con algún tipo
de pesticidas, así como quienes lo hacen en minas o
en soldaduras, en contacto con algunos metales, señala
Marcelo Miranda, neurólogo de la Liga Chile contra
el Parkinson.
También
el estrés puede ser un factor determinante en personas
con predisposición a desarrollar el mal, agrega el
médico.
Se
mantiene la interrogante sobre qué causa la destrucción
masiva de las mencionadas células cerebrales. Una hipótesis
señala la acumulación de hierro, que produce
radicales libres muy tóxicos. Otra se refiere a la
oxidación de la dopamina la principal sustancia
neurotransmisora que se pierde con este mal, que está
siendo investigada por el bioquímico Juan Segura-Aguilar.
Hemos
descubierto que hay dos enzimas que son claves en impedir
que haya problemas neurotóxicos dentro de las células,
señala el investigador. Pero, mientras no sepamos
el mecanismo molecular por el cual se están muriendo
estas células, no llegaremos a la mejor manera de atacar
el mal.
Tradición y futuro
Hasta
ahora los tratamientos usados masivamente apuntan a retardar
los síntomas rigidez, lentitud, temblores y movimientos
involuntarios. Hace 30 años que se usa, principalmente,
la levodopa, un fármaco que contribuye a reponer la
dopamina.
Nuevas líneas, que están en investigación,
apuntan a los inhibidores de las enzimas responsables de los
súper óxidos que dañan las células.
Una vía nueva va hacía otras sustancias como
la dopamina, que modulan las neuronas de este sector.
Otro
ámbito innovador es el de la cirugía. Aquí
está la Estimulación Cerebral Profunda, que
consiste en movilizar con impulsos eléctricos los circuitos
neuronales que están fallando. Ésta conlleva
los riesgos de toda operación al cerebro; no es adecuada
para todos los enfermos de Parkinson y su costo es muy alto
sólo el estimulador vale cerca de 18 mil dólares.
También está la cirugía de lesión,
por la que se destruyen los circuitos neuronales que están
funcionando mal.
El
neurólogo Pedro Chaná, director médico
del Centro de Trastornos del Movimiento de la Usach, menciona
las líneas cuyos resultados se verán en los
próximos años: implante de células que
producen dopamina y el uso de células madre que pueden
ser dirigidas en este mismo sentido. A su juicio, el ámbito
de investigación que se ve más promisorio es
el de la terapia génica: a través de retrovirus
se cambia el patrón genético de las neuronas
para que éstas puedan producir dopamina o la sustancia
que falte a nivel cerebral.
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