Un
estudio señala que esas amenazas pueden gestionarse
por medio de dieta y ejercicio adecuados
Por
Amanda Gardner
Reportero de Healthday
(FUENTES:
Eero Kajantie, M.D., Ph.D., pediatrician, senior researcher,
National Public Health Institute, Helsinki, Finland; May 17,
2007, New England Journal of Medicine)
MIÉRCOLES
16 de mayo (HealthDay News/HispaniCare) -- Un estudio reciente
plantea que los bebés que nacen de manera prematura
y con bajo peso tienen una mayor probabilidad de desarrollar
resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa e hipertensión
en la edad adulta que los bebés de peso normal.
Estos
factores pueden poner a una persona en mayor riesgo de enfermedades
cardiacas y otros problemas de salud.
"La
mayoría de los bebés prematuros tienen una vida
sana en la edad adulta", dijo el autor del estudio, el
Dr. Eero Kajantie, pediatra e investigador principal del Instituto
nacional de salud pública en Helsinki, Finlandia. "Sin
embargo, nuestros hallazgos indican que podrían estar
en un riesgo superior al promedio de trastornos comunes en
la etapa avanzada de la vida, como la diabetes tipo 2 (de
la edad adulta) o enfermedad cardiovascular".
La
buena noticia es que se puede reducir el riesgo de desarrollar
estos problemas con un estilo de vida saludable, uno que incorpore
actividad física y una dieta sana, y manteniendo un
peso normal, agregó Kajantie.
El
estudio de Kajantie aparece en la edición del 17 de
mayo del New England Journal of Medicine.
Los
investigadores ya han establecido una relación entre
el bajo peso al nacer y los problemas de regulación
de la glucosa posteriormente en la vida. También existe
una relación conocida un nacimiento prematuro con bajo
peso y la resistencia a la insulina en la infancia.
Y
la investigación muestra que los bebés a término
con bajo peso al nacer tienen un riesgo mayor de problemas
de salud como hipertensión, enfermedad cardiovascular
y diabetes tipo 2 cuando alcanzan los primeros años
de la adultez.
La
pregunta es si la resistencia a la insulina, y por tanto un
riesgo elevado para varias enfermedades, persisten en la edad
adulta entre los bebés prematuros que nacen con bajo
peso.
El
asunto es altamente relevante, en vista de que los avances
en la atención intensiva neonatal han cambiado de forma
drástica el pronóstico de los bebés que
nacen con un peso muy bajo. De acuerdo con un editorial acompañante
en la publicación, en 1960 un bebé que nacía
con un peso de 1,000 gramos (2.2 libras) tenía un riesgo
de morir de 95 por ciento. Hoy en día, ese mismo niño
tiene una probabilidad de sobrevivir de 95 por ciento.
Tal
como anota el estudio reciente, la primera generación
de los bebés que se beneficiaron de estas mejoras está
entrando ahora a la edad adulta.
Para
el estudio, los investigadores realizaron pruebas orales estándar
de tolerancia a la glucosa en 163 adultos jóvenes entre
18 y 27 años que habían nacido con bajo peso.
También realizaron las mismas pruebas en 169 personas
que habían nacido a término y con un peso normal.
A todos los participantes también se les midió
la presión sanguínea y los niveles de lípidos
en sangre.
La
composición corporal se midió en 150 adultos
que habían nacido con un peso muy bajo y en 136 personas
"normales".
Los
adultos nacidos con un peso muy bajo tenían un incremento
de 6.7 por ciento en la concentración de glucosa a
dos horas, un incremento de 16.7 por ciento en la concentración
de insulina en ayunas, un aumento de 40 por ciento en la concentración
de insulina a dos horas, un incremento de 18.9 por ciento
en el índice de resistencia a la insulina y un incremento
de 4.8 mm Hg en la presión arterial sistólica.
"Simplemente
animamos a los que han nacido de forma prematura a seguir
un estilo de vida saludable", dijo Kajantie. "Es
importante que, en particular, los médicos que hagan
un seguimiento a los adultos estén al tanto del historial
de nacimiento de su paciente. Haber nacido prematuramente
y con un peso muy bajo puede servir como un factor de riesgo
adicional al momento de decidir, por ejemplo, si es necesario
hacer un análisis de tolerancia a la glucosa o de la
diabetes en un paciente individual".
Y
los investigadores deberían dar seguimiento a este
asunto, dijo Kajantie.
"Necesitamos
ciertamente llevar a cabo más investigaciones, por
ejemplo, para establecer directrices específicas para
el seguimiento de niños y adultos que han nacido con
un peso muy bajo", dijo Kajantie. "Además,
este estudio nos informa realmente sobre los niños
que fueron tratados en la unidad de atención intensiva
neonatal 20 años atrás (de 1978 a 1985). Se
han producido avances considerables en la atención
intensiva neonatal después de ese periodo".
http://healthfinder.gov
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